martes, 3 de agosto de 2010

Lorenzo Ferrer Maldonado, el fabulador fabuloso

Grandes falsarios

En 1550 nacía en Guadix (Granada) uno de los más brillantes viajeros apócrifos y feraces falsarios de nuestra Historia, Lorenzo Ferrer Maldonado, el hombre que dijo haber realizado una travesía grandiosa por la América septentrional y descubierto el mítico Paso del Noroeste y el inexistente Estrecho de Anián, un supuesto canal natural que unía los océanos Atlántico y Pacífico y gracias al cual, según dijo, se podía llegar desde España a China en sólo tres meses de navegación. Algo parecido al Estrecho de Magallanes, pero por el norte, en la creencia de que se diera una suerte de simetría continental. Una utopía geográfica por largos años buscada no sólo por los españoles, sino también por los ingleses -y posteriormente por franceses y rusos-, que pasaba a convertirse en la consecución del gran sueño comercial del imperio: la comunicación de Europa con las Indias Orientales.
Se sabe que en su pueblo natal ejerció algún oficio relacionado con las leyes, lo que le debió venir muy bien para conocerlas y saltárselas. También es conocido que tenía un gran talento para el dibujo, gracias al cuál se convirtió en un estimable falsificador de documentos, una actividad que le permitió acercarse a la Corte de Felipe III, en la que una vez instalado se dedicó a la redacción de unos impresionantes memoriales en los que detallaba sus “descubrimientos”. En ellos afirmaba que como alquimista que (no) era había conseguido descifrar las claves ocultas en la “Clavícula de Salomón” -la joya de la corona de la literatura hermética- para transmutar los bajos metales en oro. Nada menos. También decía ser matemático, astrólogo y cosmógrafo y afirmó haber hallado la aguja de marear fija y el sistema para calcular las longitudes en alta mar, toda una revolución para la ciencia náutica de la época, aunque estos logros fueran sólo producto de su fertilísima imaginación. Desde luego, como embaucador, no tenía precio.

El falso viaje

No contento con estas cosillas escribió en 1609 su “Relación del descubrimiento del Estrecho de Anián”, en la que ofrece testimonio detallado de su falso viaje, (no) realizado en 1588. Fijó la longitud del paso en 290 leguas y entre 20 y 40 de anchura, alzó mapas desde diferentes perspectivas -una vez más el dibujo contribuyó a dar verosimilitud a sus fantasías-, estableció fortificaciones, informó de la vegetación local e incluso relató como se había conseguido comunicar con los naturales de la zona, según él de origen asiático, en latín... Sus dos embarcaciones tenían nombre: la Esperanza (muy revelador) y la Santa Ana. Ferrer Maldonado hace una descripción meticulosa de su periplo, que le llevó desde Lisboa al Labrador y desde allí, a la altura de los 75º, al Pacífico, donde se abría el Estrecho de Anián, situado en torno a los 60º. Pero si nos fijamos en las fechas veremos que informó de esa travesía, realizada en los meses de enero y febrero (prueben, prueben a ir a Labrador en esa época) 21 años después de llevada a cabo, asunto bastante raro, aunque él lo presentara como un acto de prudencia por el valor que atesoraba su gran “conquista”. Era un fabulador fabuloso, tanto que incluso Alejandro Malaspina llegó a modificar la trayectoria de su famosa Expedición Mundial para constatar la verdad (o más bien la mentira) de las “informaciones” de Ferrer Maldonado, que llevaba ya muerto y enterrado por entonces casi 170 años. Las corbetas Descubierta y Atrevida de la Expedición Malaspina salieron de Acapulco para el norte con el fin de explorar las mismas costas y paralelos por donde Maldonado se supone había desembocado en la mar del Sur, en el Océano Pacífico.
En 1802 Martín Fernández de Navarrete, editor de “La relación del viaje hecho por las goletas Sutil y Mexicana” -embarcaciones pertenecientes a la Malaspina al mando de Dionisio Alcalá Galiano que tenían como misión encontrar el dichoso Paso antes de que lo hicieran los ingleses- afirmaba a propósito de Ferrer Maldonado: “Tal es la suerte de los hombres, que deslumbrando con ideas magníficas e importantes, suelen alucinar a los mayores sabios, acaso por que el candor de corazón, sin menoscabar la ilustración del entendimiento, suele conservarse mejor entre los que están acostumbrados a tratar más con los libros que con los hombres; y Maldonado, debidamente juzgado y menospreciado a principios del siglo XVII, ha venido a fines del XVIII a tener entre los sabios de las naciones cultas unos patronos y abogados que no logró hallar entre sus coetáneos”.
Lo que es cierto es que el Estrecho de Anián siguió siendo buscado por largos años, incluso en los de la Ilustración, con una tecnología mucho más evolucionada. En 1728 el danés Vittus Bering consiguió por fin surcar el estrecho que hoy lleva su nombre y con ello constató que América y Asia están separadas, pero que los océanos Atlántico y Pacífico no se comunican por el norte. No hay ningún paso del Noroeste, ni ningún Estrecho de Anián, pero si existió un granadino de gran inteligencia, aunque fuera para el engaño, que así lo hizo creer por siglos. Para todo hay que valer...

Artículo publicado en ABC en Julio de 2010

2 comentarios:

  1. ¡Vaya con Maldonado! Desde luego que siempre han existido estafadores, pero inventarse un viaje completo, incluso los mapas, me parece exagerado.
    Un artículo muy interesante, sí señor.

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  2. Tal vez sea de su interés los datos que recojo en mi blog sobre este personaje.Saludos.

    http://docugen.blogspot.com/2016/05/origen-y-genealogia-de-lorenzo-ferrer.html

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